Pasar al contenido principal

PBI: ¿Quién encierra una sonrisa? Entrevista a David Ravelo, 6 de diciembre de 2010

PBI: ¿Quién encierra una sonrisa? Entrevista a David Ravelo, 6 de diciembre de 2010

ENTREVISTA

¿Quién encierra una sonrisa?

En diálogo con PBI, David Ravelo habla sobre su proceso jurídico y su encarcelación.

 

Bogotá, 6 de diciembre de 2010

 

David Ravelo nos saluda del otro lado de las rejas y pocos minutos después nos encontramos en una sala de visita. David Ravelo, economista, defensor de derechos humanos y miembro de la <media 6815>Corporación Regional para la Defensa de los Derechos Humanos (CREDHOS)</media>, lleva doce semanas preso en la cárcel La Picota de Bogotá y ya se ha ganado el respeto y la confianza de los 130 compañeros con quienes comparte el patio del Establecimiento de Reclusión Especial y quienes hace poco tiempo lo nombraron representante del  Comité de Derechos Humanos. A pesar del encierro, conserva su amplia sonrisa, una gran y contagiosa energía positiva fruto de su convicción de inocencia frente a los cargos de concierto para delinquir y homicidio agravado, cargos que se basan en el testimonio del ex jefe paramilitar Mario Jaime Mejía  alias “El Panadero”, procesado bajo el amparo de la Ley 975[1] y autor material confeso de la masacre del 16 de mayo de 1998.

 

“Soy culpable porque yo denuncio”, reflexiona David Ravelo recordándonos que ha realizado innumerables denuncias en torno a los llamados “falsos positivos” o ejecuciones extrajudiciales, asesinatos, desplazamientos y desapariciones forzadas en la región del Magdalena Medio. Él está convencido de que con su encarcelación “buscan silenciar a un dirigente popular que no se ha dejado amilanar y el establecimiento no lo pudo cooptar”. Antes de su encarcelación tuvo que soportar una década de amenazas de muerte. El exilio nunca ha sido una opción para David Ravelo ya que, según él, ha dedicado su vida a la defensa de los derechos humanos y a la lucha contra la desigualdad. Aún estando en la cárcel, sigue trabajando sin pausa y pendiente de todos los procesos comunitarios de la ciudad petrolera de Barrancabermeja. A pesar de su difícil situación David Ravelo deja claro lo importante que es para él  conservar la dignidad, el sentido del optimismo y la esperanza.

¿Por qué lo han encarcelado?

David Ravelo: Los cargos que se me imputan son concierto para delinquir, que es una forma enmascarada de imputarme rebelión, y homicidio agravado.

¿Qué se esconde detrás del encarcelamiento de un líder defensor de derechos humanos tan reconocido como Usted?

DR: Con ello pretenden amedrentar al movimiento social y de derechos humanos, y de esta forma romper el tejido social y debilitar todo el proceso de apoyo a la población victimizada. Con la encarcelación de las víctimas poniéndolas a la altura de los victimarios, pretenden  deslegitimar el trabajo del movimiento popular. En mi caso particular pretenden sacarme del escenario público porque me consideran una piedra en el zapato.

¿Cómo está evolucionando el caso?

DR: Sin lugar a dudas, este es un caso eminentemente político, donde el debido proceso y el derecho a la defensa pasan a un segundo plano. Utilizan testigos falsos, que han sido comprados y los cuales han entrado en contradicciones abismales, pero aparentemente eso poco importa ya que lo que se busca es hacer daño. Por mi parte he manifestado que seguiré con la moral en alto, porque tarde o temprano, la verdad me hará libre. En este momento hemos presentado una apelación a la medida de aseguramiento pronunciada, no nos hacemos ilusiones, por cuanto este proceso antes de ser un proceso jurídico es un proceso político. Si se actúa en derecho estoy seguro que saldré en libertad.

¿Cómo es la convivencia con los otros presos?

 DR: La convivencia se manifiesta en el respeto de la diferencia y existe total armonía entre los internos, por cuanto la dignidad es lo que nos hace iguales y así, lo hemos entendido.

¿Cómo organiza su tiempo?

DR: Dedico tiempo a organizar el proceso con el fin de adelantar la defensa y soportar la parte probatoria. Recibo las visitas de solidaridad de organizaciones sociales, personalidades y organizaciones internacionales como Brigadas Internacionales de Paz.  Y acompaño permanentemente a los internos del Patio, en la defensa de sus derechos, es decir, dando cumplimiento a las funciones como representante del Comité de Derechos Humanos.

¿Teme por su seguridad?

 DR: Siempre he estado amenazado y a pesar de la buena convivencia que tenemos en el patio, siento cierta intranquilidad. Espero que se me garantice el derecho fundamental a la vida.

¿Qué considera más impactante de la reclusión?

DR: El alejamiento  de mi familia, de mi señora y mis hijos, en especial, mi hijo menor Juan David.

¿Qué estrategias utiliza para sobrellevar esta situación?

DR: Estar ocupado, en actividades, leyendo o escribiendo. Seguir investigando, seguir luchando por la verdad y la justicia y seguir escribiendo todo esto a pesar del encierro, porque la sonrisa y la opinión jamás la podrán  encerrar. Por eso sigo opinando, traspasando las rejas de esta cárcel.

¿Qué apoyo ha recibido?

DR: El apoyo de las organizaciones nacionales e internacionales ha sido fundamental. Esa solidaridad me mantiene con la moral en alto. La movilización que se ha hecho en Barrancabermeja, Bucaramanga y Bogotá ha sido un gran aliciente para no desmayar.

¿Qué acciones debería realizar la comunidad internacional para apoyar su causa?

DR: Visibilizar ante el mundo la persecución y criminalización a la  que estamos sometidos los defensores de derechos humanos en Colombia. Exigir plenas garantías por el derecho a la defensa, el cambio de mi caso a la Unidad de Derechos Humanos. Existe toda una intencionalidad de mantenerme en la cárcel alejado  del trabajo de derechos humanos en la región del Magdalena Medio. Sería importante solicitarle a las Naciones Unidas vigilancia especial al proceso.

¿Qué mensaje quiere dar a la comunidad internacional?

DR: En este país, quienes nos atrevemos a denunciar las graves violaciones de los derechos humanos, somos sometidos a la más feroz persecución, que pasa por el encarcelamiento o el asesinato. Se busca imponer unanimismo y para ello existe todo un sistema organizado de terror, para que nadie denuncie y así, dejar hacer, dejar pasar y conseguir el objetivo. 

 


[1] La ley 975 de 2005 otorga sentencias reducidas a paramilitares acusados de crímenes de lesa humanidad a cambio de sus confesiones y cooperación en el proceso judicial. Es también conocido bajo el nombre de la “ley de Justicia y Paz”.